Excusado de género

 

TÍTULO: Excusado de género
MODALIDAD: Instalación
MEDIDAS: 4,5 m (ancho) x 2 m (alto)
AÑO: 2012

Esta obra plantea una reflexión sobre la iconografía de los baños públicos y cómo éstas están ligadas a convenciones de sexo-género binarias y cerradas. Propuesta de una iconografía alternativa basada en la relación de los cuerpos con los espacios –y no en las identidades– .

La obra está compuesta por 5 metacrilatos con dibujos en vinilo y 80 fotografías de urinarios e inodoros públicos. Los metacrilatos se disponen en el suelo, apoyados contra la pared y las fotografías componen un mosaico.

Las fotografías son fruto de una documentación realizada en más de cien baños de varios contextos del estado español. La realización de esta documentación permite ahondar en las cuestiones identitarias de género que se plantean en los servicios, puesto que no sólo se toman imágenes de todos espacios sino que se vive la experiencia de ser vigiladx y cuestionadx en ellos. El uso de los servicios está estrechamente ligado a las convenciones de sexo-género, tanto estéticas como conductuales, provocando que muchas identidades se vean cuestionadas, invalidadas o excluidas. Es por esta razón que se propone una iconografía basada en los utensilios sanitarios y no en las identidades de las personas, para que cruzar el umbral de una puerta no suponga asumir todos los significados implícitos en los letreros habituales.

Esta obra es parte de una serie de obras que reflexionan sobre el sexo-género y los aseos públicos:

Hay lugares donde el sexo-género deja de ser un concepto y se convierte en carne. Uno de esos lugares son los servicios públicos, atravesados por infinidad de significados y significantes. Los espacios configuran nuestra forma de movernos y comportarnos, pero también nos dicen quién somos o dejamos de ser. “En la puerta de cada retrete, como único signo, una interpelación de género: masculino o femenino, damas o caballeros, sombrero o pamela, bigote o florecilla, como si hubiera que entrar al baño a rehacerse el género”1. Y en este punto es donde surgen las preguntas: ¿Me representa a mi el bigote?, ¿Y la florecilla?, ¿Soy una dama?, ¿Llevo sombrero?. O más allá, ¿Y si llevo bigote pero no puedo orinar de pie?, ¿Soy entonces una mujer?, ¿Y si soy mujer pero no lo parezco?…

Los servicios dividen a las personas en categorías muy concretas: “mujer”, “hombre”, o “discapacitada”. Cuando sólo tenemos dos opciones, se entiende como “mujer” a las personas con cualquier tipo de diversidad funcional. Y estas categorías no son flexibles. Pero, ¿Quién se encarga de que cada persona esté donde le corresponde?, ¿Quién decide que sólo nos corresponde un lugar?. Nosotrxs vigilamos, nosotrxs castigamos. Cualquier tipo de comportamiento o apariencia física no apropiada es reprochada y reprimida por lxs propixs usuarixs, que observan con sorpresa, con desprecio o con miedo. Interpelamos con la mirada a aquella persona que resulta inapropiada. Decidimos que para cruzar el umbral de la puerta con la pamela debemos de ser “mujeres”: Que en este contexto significa ser femenina, parecerlo y orinar sentada. Si somos “hombres”, seremos masculinos y tendremos pene, para orinar de pie mientras lo mostramos. El sexo-género no se perdona, a no ser que tengamos diversidad funcional, entonces sí, incluso se nos priva de él.

Cabe pensar que realmente entramos al baño a recomponernos el sexo-género y no a satisfacer ciertas necesidades físicas. Pero el sexo-género es muy diverso, tiene mil formas lejos de esos dos arquetipos inalcanzables, no somos un icono, somos reales.

1 PRECIADO, B. (2006) “Basura y género. Mear/cagar. Masculino/femenino”. [web en línea]. Disponible desde Internet en: <http://www.hartza.com/basura.htm> [con acceso el 9 de febrero de 2012]